El poder del consumidor (y III)
Si pueden ofrecer esos precios tan asequibles en el reparto de comida a domicilio es porque:
Compran ingredientes baratos (¿calidad acorde?) y los compran de forma masiva.
Los empleos que se generan son de baja cualificación y los sueldos que se pagan a empleados y repartidores son tendentes a la cutrez.
Como siempre, quien gana dinero realmente es la gran empresa, cuyos directivos se forran mientras el resto apenas le llega para fin de mes (¿tendrá eso algo que ver con el incremento en la desigualdad social y la desaparición de la clase media?)
Repensemos, por tanto, lo que estamos haciendo con este cambio de hábitos y cuando todo esto ocurra (si es que nos damos cuenta de que está ocurriendo), no echemos toda la culpa fuera de nuestro tejado.
Hay muchos más ejemplos en los que hemos cedido parte de nuestro poder a multinacionales. Un poco a esta, otro poco a otra,... hasta que al final el poder que nos queda, nuestro margen de libertad será bastante limitado.
Si ahora las multinacionales y las grandes empresas se niegan a recortar sus márgenes para contribuir a ese pacto de rentas del que hablábamos antes, ¿qué nos impide recuperar parte de nuestro poder y dejar de consumir sus productos?
Habrá cosas que necesitamos y de las que no podemos prescindir, pero otras sí. Nuestra es la responsabilidad de evaluarlas para recuperar nuestro poder.
Pongamos un ejemplo: Si las multinacionales de refrescos han subido sus precios un 20% o más para mantener (si no incrementar) sus márgenes en esta etapa de alta inflación ¿qué nos impide dejar de consumirlos?
Sin embargo la respuesta no es tan fácil porque la sociedad de consumo tiene un eslógan que nos han grabado a fuego: “Si algo te gusta, ¿por qué vas a renunciar a ello? “
Deberíamos reflexionar sobre esta pregunta a menudo con cada cosa y, en ocasiones, darle algunas respuestas
1º porque aunque me guste, realmente no lo necesito
2º porque tengo inteligencia y soy capaz de evaluar cuando te estás pasando y ahora lo estás haciendo.
La sociedad de consumo es el motivo más probable por el que se está intentando eliminar la racionalidad del ser humano. Para consumir debes apagar el cerebro o al menos, ponerlo en modo de bajo consumo.
De ahí que cualquier intento para deshumanizar o animalizar al hombre sea bien recibido por la economía de mercado.
En este sentido, las iniciativas para aumentar los derechos de los animales serían buenas y propias de una sociedad avanzada…, si no vinieran acompañadas de una disminución de las libertades y derechos de los seres humanos en otras áreas. Parece más una tendencia a igualarnos (y despreciar la inteligencia que nos distingue de ellos) que una muestra de evolución real.
Si lo pensamos bien, el mantra de la sociedad de consumo: disfruta, disfruta, disfruta (en vez de por ejemplo valora, valora, valora), apela a nuestros instintos más básicos, es decir nuestras características más animales y desprecia nuestras características más humanas.
Sin embargo, para recuperar el control debemos despreciar esas ideologías que nos dan la razón en todo y que nos dicen que no tenemos la culpa de nada. Debemos tomar la iniciativa modificando nuestros hábitos de consumo de tal forma que se consigan los objetivos que perseguimos
Si lo que queremos es controlar la inflación, tendremos que dejar de consumir aquellos productos (o cambiar de marca), que no siendo necesarios, se están subiendo a la parra, aunque nos gusten. Esa es la diferencia entre un ser humano y un animal: que puede decidir en contra de su instinto (una diferencia que antaño se valoraba pero que hoy se minimiza).
Si lo que queremos es controlar el calentamiento global o cuidar del planeta, debemos evaluar todos nuestros hábitos de consumo e identificar los que le perjudican.
Basta de esperar a que los estados, con sus politicastros al frente, tomen decisiones. Basta de echar balones fuera.
Nuestro es el poder, nuestra es la responsabilidad
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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto.
Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre
en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que
cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.
Pues el panorama que pintas (que es totalmente así) es para echar a correr, si hubiera otro sitio mejor adonde ir. Y viajar al pasado, a nuestros añorados años ochenta o noventa es un poco difícil, a no ser que vengan los del Ministerio de Tiempo y nos lleven, aunque sea un ratito.
ResponderEliminarEn cuanto a soluciones, soy bastante pesimista en que alguna vez nos pongamos de acuerdo de forma masiva para hacer, o no hacer, alguna cosa. Es cierto que cada uno puede hacer algo a nivel individual, y quizá unos pocos lo hagan, pero dudo mucho que se pueda cambiar la tendencia. Definitivamente, cualquier tiempo pasado fue anterior (y el nuestro fue mejor).
Gracias Pepe por tu comentario. Es cierto que coordinar acciones colectivas es complicado, sobre todo si estas acciones colectivas van en contra de los intereses de las élites económicas. Ellos se ocuparían de frenarlas.
EliminarSi al menos nos pararamos todos un momento a pensar hacia donde vamos, nos podríamos hacer conscientes de la situación y adoptar algún compromiso. Sin embargo la sociedad de consumo se ocupa de tener nuestra cabeza siempre llena de problemas más o menos graves y deseos vacíos.
Como tú dices, difícil solución.
En todo lo que habéis dicho estoy de acuerdo pero el quiz de la cuestión es cómo podemos aportar nuestro granito de arena (y doy una pista) para que este paradigma cambie. Mi propuesta es ir desde la singularidad hacia la Generalidad.
ResponderEliminarGracias Juan Carlos por tu comentario. Cuando dices singularidad, entiendo que te refieres a acciones individuales, no sólo refiriéndose al individuo, sino a un ámbito concreto y luego ir ampliando el ámbito y que nuestro ejemplo vaya cundiendo en la sociedad hasta que determine el modo de gobernar que es lo que entiendo que quieres decir por generalidad. ¿Sería algo parecido a esto?
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