La distribución de la riqueza

 Aunque ya he tratado el tema de la distribución de la riqueza en algún post anterior, me gustaría hacer hincapié en los mecanismos que lo pueden hacer posible. Y es que solo se me ocurren unos pocos mecanismos legales para la redistribución de la riqueza: El consumo, los impuestos, las herencias y… la lotería. Mecanismos ilegales hay bastantes más pero nos centraremos en uno: la corrupción.

Comenzamos con la lotería y acabaremos con los impuestos: la lotería es lotería y tienes más posibilidades de que te toque si juegas que si no (frase digna de un presidente de gobierno)

Está bien, modificaré ligeramente la frase para que no sea tan de Perogrullo:

La lotería es lotería y tienes más posibilidades de que te toque si juegas que si no. Aunque no muchas más, la verdad. 

Las herencias no son en sí mismas una forma de distribución de la riqueza porque todo se queda en casa, a menos que la herencia provenga de un familiar lejano o de un conocido, en cuyo caso pasa a ser como la lotería.

El consumo de bienes y servicios es una forma intensiva de distribución de la riqueza y probablemente la principal. Gracias al consumo y a cambio de nuestro trabajo, percibimos unos ingresos que no siempre guardan relación con nuestro esfuerzo o nuestro talento. Así puede darse el caso de personas esforzadas y talentosas que perciben una mierda y, por el contrario, personas que no se esfuerzan y sin ningún talento que perciben cuantiosos ingresos, y entre medias todas las gradaciones posibles.

A pesar de ser la principal forma de redistribución de riqueza, el consumo es, por tanto, un mecanismo poco justo y puede darse el caso de que una idea de negocio caiga en gracia en la sociedad y su éxito se multiplique exponencialmente gracias a las nuevas tecnologías,  provocando individuos hiper-ricos.

Cuando se da esa situación, inmediatamente el caso de negocio resultante es estudiado en los MBAs para que los alumnos entiendan su funcionamiento. Curiosamente siempre se estudian a posteriori identificando las causas del éxito, pero ni los mismos profesores son capaces de replicarlo en un caso nuevo.

En esto ocurre como en la bolsa. Es fácil explicar por qué sube o baja una vez que el movimiento se ha producido, pero a ver quién es el majo que predice con exactitud su comportamiento futuro (si lo supieran, ahí iban a estar los analistas dando consejos sobre qué valor comprar o vender…)

Pues en los negocios pasa lo mismo: surgen millones de buenas ideas cada año, pero solo unas pocas prosperan en la sociedad de consumo, mientras que el resto se quedan en el camino.

Así pues, el consumo es un buen distribuidor de riqueza porque mueve el dinero como si de un ventilador se tratara, pero como tal, hace que algunas personas se inunden de dinero, mientras que otras se quedan a dos velas y al resto simplemente les toca lo suficiente para vivir.  Ahí está de nuevo el parecido con la lotería.

Por tanto, estas formas de redistribución de la riqueza que hemos visto tienen una componente aleatoria que debería compensarse con los impuestos.

Para ello deberían darse algunas condiciones:

  1. Los impuestos deben ser justos y pagar más quien más tiene realmente, cuando no suele ser así. Los ricos tienen a su alcance los mejores asesores fiscales que les permiten reducir legalmente el pago de impuestos a través de los agujeros de las leyes (siendo un poco retorcidos, ¿no estarán puestos ahí a propósito?). 

Sin llegar a ser ricos de escándalo, están los que viven de y en la economía sumergida, que pueden acumular un patrimonio muy decentito pero que no pagan impuestos y encima suelen beneficiarse de las ventajas económicas asociadas a la gente con pocos recursos.

  1. El dinero recaudado debe emplearse con justicia, comenzando con los derechos más básicos: sanidad, educación, justicia, vivienda, servicios sociales, etc. Es en este apartado donde el administrador/legislador es responsable de asegurarse de que el dinero no se malversa, no se despilfarra, de que no reciben ayudas públicas quienes no las necesitan y que ninguna persona que las necesita se queda sin ayuda.

En caso contrario, se desmotiva al que cumple pagando sus impuestos y genera ganas de dejar de hacerlo.

Es decir, se trata de evitar que los corruptos tomen parte de ese dinero y que los aprovechados reciban ayudas que no les corresponden (otra forma de corrupción, aunque no salga en los telediarios), a la vez que los desfavorecidos por la vida reciben todo el apoyo necesario.

Si se cumplen estas condiciones, cualquier ciudadano sensato entendería la necesidad de pagar impuestos, vería con malos ojos aquel que intenta escaquearse y consecuentemente daría su dinero, si no ya con alegría, al menos sin el complejo de pringao que actualmente sentimos cada vez que vemos un telediario.

Como vemos, la corrupción puede dar al traste con cualquier intento de redistribución de la riqueza  porque se convierte en un sistema arbitrario contrario a cualquier concepto de justicia. Y es que cuando se hace público que alguno de nuestros políticos se ha hecho rico-rico con el dinero de todos, se te queda tal cara de pringao que te gustaría exigir que te devolvieran el dinero que has pagado en impuestos en los últimos 20 años, que digo 20 años, en las 20 últimas generaciones.

Por tanto, a un corrupto se le debería juzgar por:

  1. Apropiarse de un dinero que no es suyo.

  2. Impedir que algunas personas no hayan recibido el tratamiento médico que necesitaban a tiempo y hayan muerto por no disponer el sistema de salud suficientes fondos

  3. Impedir que algunas personas necesitadas tengan una vida más digna.

  4. Impedir que … Y aquí sigue una larga lista de usos justos de los impuestos.

  5. Propiciar desmotivación en el contribuyente, alentando la evasión de impuestos, generando más efectos como los descritos en los puntos 2, 3, 4

Me ha quedado un poco duro el tema, así que ya que estamos hablando de justicia, justo es que hagamos un alegato a favor de los corruptos. Me pregunto ¿soy mejor que ellos? Pues no sé, porque tendría que estar en su situación y analizar mi comportamiento.

Su situación tiene (a mi juicio) las siguientes características:

  1. Administran cantidades ingentes de dinero

  2. Hay pocas posibilidades de que nadie se entere si se quedan con algo o aceptan alguna compensación

  3. Mucha gente en su entorno se queda con dinero o acepta compensaciones.

  4. Puede pasar incluso que si se resisten a la corrupción, su entorno le amenace de alguna manera

Así pues, como no estoy en una situación con esas características, no sé como actuaría. Me gusta pensar que permanecería íntegro, pero ¿Quién sabe?

Esto es lo mismo que aquel hombre antipático y más feo que un culo sucio, que se vanagloria de haberle sido fiel a su mujer. Pero si las mujeres te huyen… El mérito es de tu mujer por haberse casado contigo.

Para saber si somos mejores o no que ellos, tendremos que analizarnos en aquellas pequeñas cosas en las que participamos. Tendremos que examinarnos en solidaridad hasta en los menores detalles (desde colocar el carrito en el supermercado hasta los papeles que tiramos al suelo). 

Con todo este batiburrillo de ideas, elabora tú, mi querido lector, que has aguantado hasta este último párrafo, cuáles serían las formas más justas de redistribución de la riqueza para construir nuestra sociedad ideal. Esa sociedad del Siguiente Nivel

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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto. 

Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre 

en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que 

cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión


Comentarios

  1. Con cumplir el séptimo y el décimo mandamientos de la ley de Dios se arregla el mundo, y si practicamos el abandono en la Providencia divina, viviríamos en el Paraíso.

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