¿Crees en el dinero?


 Me gusta observar la publicidad. Igual que en un laboratorio se toma una gota de una sustancia para ponerla debajo del microscopio y observarla con detenimiento, la publicidad estudia, más bien escudriña las tendencias sociales y los valores más de moda en cada instante, a veces intentando crear unos valores nuevos que favorecen los intereses del anunciante. 

Así pues, ver un anuncio es como tomar una gota de la sociedad que, si queremos, podemos utilizar para analizarla detenidamente.

Honestamente, creo que ya que se nos ofrecen tantas gotas de la sociedad, no cumplimos con menos si no nos dedicamos a analizarlas con detenimiento por nuestro propio bien. 

De hecho, si no lo hacemos, estaremos jugando con una clara desventaja respecto al anunciante, porque él sí que ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a pensar cada detalle del anuncio, hasta el más insignificante, para influir en nosotros y en cierta forma, manipularnos, llevarnos a su terreno y conseguir sus objetivos que tienen un claro vencedor: el anunciante.


He observado que muchos anuncios incluyen una dosis de filosofía de baja calidad, también llamada filosofía barata. 

Evidentemente, en veinte segundos no se puede desarrollar una filosofía de vida consistente, pero el sesgo de esas píldoras filosóficas que se nos ofrecen es claro: buscan la autoafirmación y el empoderamiento, algunos incluso lo mencionan explícitamente: empodérate. ¿Con qué fin? Luego intentaremos averiguarlo.


Ha llamado mi atención un anuncio de coches que dice algo así:

¿En qué crees?

¿Crees en la rutina? ¿Crees en el dinero? ¿Crees en cuentos de hadas? ¿O… crees en tu propio camino?


En estos tiempos, los coches no tienen personalidad (al menos comparados con los de hace 50 años, época del 600, el R4, el Simca 1000, el 1500, etc.) y se parecen bastante entre sí, así que construyen la personalidad, la diferencia, en base a criterios intangibles: el precio, la imagen de marca, los valores que transmite, etc.

La diferencia con los anuncios de coches de hace 40 años es patente. Entonces se centraban en lo que hacía al coche mejor que los demás, más seguro y más cómodo, es decir los factores auténticamente diferenciales del producto: frenos de disco, elevalunas eléctrico…

Como hoy tecnológicamente todos los coches son bastante parecidos, los anuncios no se centran en las bondades del coche sino en la imagen que transmiten.


Es por eso que tiran tan a menudo de filosofía barata. 

Analizando el mensaje vemos que las opciones que nos dan son progresivamente más sofisticadas. Comencemos


¿Crees en la rutina

¿Alguien puede creer en la rutina? La rutina es aburrida, es posible que segura, pero terriblemente aburrida. Si crees en la rutina definitivamente eres un perdedor. Además acompañan esas palabras con gente vestida de la misma forma haciendo exactamente lo mismo (curiosamente es eso lo que pasa en la realidad aunque cada uno de nosotros nos sintamos muy distintos y originales)


¿Crees en el dinero? 

Un objetivo sin duda de nivel superior a la rutina y que representa el éxito pero que ahora parece pasado de moda no sólo porque se valore más el ocio y el tiempo, sino porque el esfuerzo que en otro tiempo estaba asociado a la prosperidad económica, ahora y debido a la cada vez más injusta distribución de la riqueza, casi prospera lo mismo el que se esfuerza como el que no.

El dinero sigue manteniendo su evidente atractivo pero Internet ha propiciado una distribución de la riqueza tan desproporcionada que prácticamente está eliminando la clase media de la mayor parte de los países. Incluso dentro de los países está permitiendo que unos acaparen la riqueza en detrimento de otros. El caso de Estados Unidos es evidente. Baste ver la evolución de sus índices bursátiles comparados con el resto..


Internet podría haber sido un invento revolucionario para el progreso de la Humanidad, pero de momento, aparte de ser un mecanismo bastante plausible para su destrucción, ha permitido que individuos con el cerebro cocido a base de porros (como demuestra el hecho de que uno de ellos entrara con una taza de váter a cuestas en la empresa milmillonaria comprada con la calderilla que había en sus bolsillos esa mañana) compitan entre ellos en dar paseos a la Luna y a Marte, que supongo es la versión contemporánea de los grifos de oro de las mansiones de Saddam Husein.


Dicho de otra forma, Internet ha permitido que cuatro individuos en el mundo puedan preguntar ¿cuánto vale España?, que me la compro y mucho me temo que estén comprando cosas por debajo de la mesa que explicarían por qué el mundo va como va.


Desde este punto de vista, probablemente ni el antiguo sueño americano exista ya. No es de extrañar que el dinero no sea un valor para las nuevas generaciones, entre otras cosas porque es un objetivo claramente inalcanzable (al menos de forma legal) al estar acaparado por las grandes no, grandísimas fortunas y la voracidad impositiva de los estados que normalmente usan esos impuestos para agrandar las diferencias sociales vía comisiones, mordidas, corruptelas y políticas deliberadamente nefastas (¿influidas por los ricos anteriores? ¿quién sabe?).


Pasamos a la siguiente frase que sube el nivel un peldaño. ¿Crees en cuentos de hadas? 

Ya hemos superado la rutina por aburrida, monótona e igualitaria y el dinero por inalcanzable a la vez que sustituible por otros valores pretendidamente más positivos, así que nos vamos a algo más sutil, más etéreo: Los cuentos de hadas. Pero ojo que las cuatro palabras esas, en el contexto que lo dicen, tiene su telita. 

Todo el mundo sabe que las hadas no existen y los cuentos de hadas solo embaucan a los niños. Te están preguntando ¿aún eres un niño? 

Y ¿cuales son los cuentos de hadas? ¿serán los valores que te intentaron enseñar tus padres? ¿será acaso la deficiente formación religiosa que recibiste? ¿será el cumplimiento de las normas que te enseñaron desde pequeño?

¿Qué será, será? Whatever will be, will be. Sea lo que sea lo que intenten decir, lo dicen como si fuera malo y tuvieras que descartarlo de inmediato. 

Queda eliminada, por tanto, la candidez, la inocencia, la ingenuidad, probablemente la ilusión y cualquier atisbo de trascendencia. Debes bajar al fango de la realidad y disfrutar de lo material, lo único válido, como este coche tan magnífico que te estoy ofreciendo.

Porque solo lo material te hace distinto. 


En cierto modo, hay una contradicción con la crítica a la rutina del inicio del anuncio, pues te están vendiendo rutina en forma de coche que, aunque se muestre siempre en carreteras paradisíacas y ciudades fascinantes y siempre solitarias, tú tendrás que usarlos en carreteras y ciudades abarrotadas, en las que serás uno más de los millones que usan un coche para desplazarse seis kilómetros en una hora.


Y por fin nos resuelven el enigma filosófico ¿o crees en tu propio camino? Ya llegaron adonde querían llegar. Esa es la respuesta. Eso es en lo que hay que creer, porque creer en eso significa ser distinto, auténtico, no manipulable (aunque estén diciendo y mostrando todo de la forma adecuada para manipularte). Significa que te olvides de los caminos que transitaron tus padres y tus abuelos porque sin duda estaban equivocados. 

Tú, ahora, hoy, eres más listo que nadie. No necesitas el camino que hicieron otros, su experiencia, los problemas que superaron (que curiosamente son y serán los mismos que tú tienes que superar aunque tengan otro aspecto) fueron superados con soluciones erróneas. Tú tienes hoy que reinventar la rueda, porque aunque sea cuadrada, será la tuya.


Compra nuestro coche. Sí, compra nuestro coche, nuestro móvil, bebe nuestra cerveza, nuestro vino, nuestros refrescos, come nuestra comida, ponte nuestra ropa, usa nuestro maquillaje, contrata nuestros seguros, nuestra seguridad, nuestro servicio telefónico, Hazte una cuenta en nuestro banco, consume nuestras ideas políticas.

Todo ello te hará feliz y si no, al menos nos hará más ricos a nosotros y… nos dará más poder sobre ti.


Epílogo: este no es un caso aislado, en casi todos los anuncios se refuerzan los mismos valores: individualidad, empoderamiento, disfrute, etc, aunque ello signifique abdicación de responsabilidades o mejor dicho, fomentando que cada cual abdique de sus responsabilidades y disfrute lo máximo posible a través del consumo de la mayor cantidad de productos y servicios. Son los valores que ya han calado en la sociedad


Mucho me temo que, el disfrute y la felicidad posiblemente estén justo en el lado opuesto.

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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto. 

Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre 

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cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.



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