Elige tu lavado de cerebro

 Convendría que nos detuviéramos a pensar un rato en el concepto de lavado de cerebro porque es posible que lo tengamos más cerca de lo que pensamos.

Cuando alguien habla de lavado de cerebro lo primero que se le viene a la cabeza son películas de espías o sectas raras que te sacan todo el dinero y en ocasiones incitan al suicidio. Sin embargo, el lavado de cerebro puede ser más común de lo que pensamos.


El primero que se puso a meditar sobre este tema, por lo menos que esté documentado, fue Platón en su alegoría de la caverna descrito en su obra La República.

Resumiendo mucho, en la alegoría se habla de personas que han nacido y crecido encadenadas en el fondo de una cueva y sólo han podido ver las sombras que un fuego, permanentemente encendido, proyecta sobre la pared. Ellos creen que la vida es eso. 

Uno de ellos logra escapar accidentalmente y sale de la cueva y queda extasiado al ver la realidad del mundo. Entonces vuelve para contarle a sus compañeros lo que ha visto. Ellos no le creen, y tanto da la murga con que están viviendo encadenados perdiéndose la belleza del mundo que al final se le cargan.


Platón pretendía decir que somos nosotros los que vivimos encadenados en el fondo de la cueva viendo sólo las sombras que los sentidos nos permiten percibir del mundo perfecto de las ideas. Un mundo perfecto que solo puede ser concebido por la razón y no por los sentidos. 

Platón seguía seguramente los pensamientos de su maestro Sócrates al cual ejecutaron sus contemporáneos tal y como menciona en su alegoría de la caverna y por los mismos motivos.


Luego San Agustín (siglo IV), viendo el parecido entre la filosofía platónica y la doctrina cristiana (“Y la verdad os hará libres” Jn 8:32) reusó parte de las ideas platónicas para darle consistencia filosófica al cristianismo en una corriente que se llamó neoplatonismo.


En otras palabras, Platón decía que vemos sombras y creemos que eso es la realidad. 

Aunque normalmente asociamos el lavado de cerebro a prácticas contundentes y más o menos rápidas para cambiar la percepción que tenemos sobre el mundo, ¿por qué no usar ese mismo concepto para las prácticas más sutiles que usa la sociedad para cambiar nuestra forma de ver la realidad?


Por ejemplo, es evidente que el concepto de belleza femenina que tenía Rubens no se parece en nada al concepto actual. La gordura en la época de Rubens (S XVI-XVII) se asociaba a riqueza (tenía para comer en abundancia) y socialmente era bello. ¿Era la sociedad del siglo XVI o somos nosotros los que tenemos el concepto correcto de belleza?

La respuesta, seguramente, es que ambas, porque unos tenían su cerebro lavado para ver belleza de una forma y otros lo tenemos lavado para ver belleza de otra. 


Otro ejemplo: la publicidad nos transmite unas ideas sutiles que poco a poco cambian nuestra percepción del mundo. Son como pequeños golpes de timón que se dan al transatlántico de nuestra cultura. Los coches de hace cincuenta años, que a nuestros abuelos le parecían un sueño prácticamente inalcanzable, nos parecen ahora ortopédicos. ¿No tenemos acaso el mismo cerebro que ellos tenían? ¿entonces, qué ha cambiado? La forma de ver la realidad. Es decir, algo nos ha lavado el cerebro para que nos gusten cosas distintas. 

Se suele llamar moda, pero ¿qué es la moda sino un cambio en la percepción de la realidad?


¿Qué es lo que hace que una persona de bajo poder adquisitivo se gaste todos los ahorros de un año en ir a ver la final de la Champions?

Cada cual es muy libre de gastarse el dinero que ha ganado honradamente en lo que le plazca pero, ¿no es verdad que, de alguna manera, ofreciendo a cambio un valor muy intangible se consigue convencer a muchas personas de bajo poder adquisitivo para que transfieran sus dineros a otros con alto poder adquisitivo?


¿Qué ha cambiado en las sociedades para que la experiencia y conocimiento de los veteranos, antaño altamente valorado, sea ahora denostado?

Los grupos sociales, al ser más reducidos en la antigüedad, hacían que todos sus miembros compartieran la misma suerte. Al consejo de ancianos se le consultaba con la esperanza de que su experiencia y desapasionamiento les ofreciera las opciones que dieran al grupo la mayor posibilidad de supervivencia.

Los individuos eran valorados por su experiencia y ellos mismos se sentían valorados. Hacerse viejo tenía esa contrapartida. 

En las sociedades actuales formadas por grupos enormes, las personas que toman las decisiones no asumen sus consecuencias. No necesitan la experiencia de nadie porque nada se juegan. Si alguien del grupo sale perjudicado por sus decisiones, seguro que no son quienes las toman (por ejemplo, si reducen el dinero destinado a sanidad pública no les afecta porque ellos tienen sus médicos particulares). 

Los mayores han asumido el papel que la sociedad les otorga y se sienten poco valorados añadiendo a las limitaciones físicas que la edad les impone, la sensación de estar fuera del grupo. Sensación muy deprimente que como tal es susceptible de provocar graves depresiones.

Dicho de otra forma, la sociedad “lava el cerebro” a los mayores para convencerles de que ya son un estorbo, cuando objetivamente tienen una experiencia de valor incalculable.


¿Qué es lo que hace que alguien pague 70.000 dólares por algo que no existe como un bitcoin?

¿Qué es lo que hace que alguien se pase tres días en una cola y pague un dineral por tres horas de concierto de su ídolo favorito?

¿Qué es lo que hace que alguien pague 500 euros por un menú en un restaurante de moda?

¿ Qué es lo que hace que la gente siga votando a alguien que objetivamente ha engañado mil veces y está inmerso en múltiples casos de corrupción?

¿ qué es lo que hace que la gente fume a pesar de saber que se está envenenando lentamente?


Se critica a las religiones por ser formas de lavado de cerebro, pero ¿no estamos sumidos en una lavadora continua que modela nuestro cerebro a su antojo? ¿ No son estos ejemplos que he puesto formas de lavado de cerebro porque nos impulsan a hacer o creer algo que no tiene ninguna base racional? 

Y podríamos haber seguido hasta el infinito poniendo ejemplos en la que la sociedad (o nosotros mismos) nos empuja a hacer o creer cosas sin sentido.

Si eso es así, si como Platón decía, hasta nuestros sentidos nos están dando una visión parcial e inexacta de la realidad, deberíamos asumir que estamos sujetos a técnicas de lavado cerebral de forma cotidiana. 

Y ese es precisamente el objetivo de esta publicación, que meditemos sobre nuestros lavados cerebrales y, puesto que no podremos hacer nada para evitarlos, al menos seamos conscientes de ellos y en la medida de lo posible, elijamos aquellos lavados cerebrales que nos resulten beneficiosos (pero beneficiosos a la larga, no en el momento) para nosotros y los que tenemos más cerca.


O dicho de otra forma: Elige tu lavado de cerebro, pero elígelo para que, en el largo plazo, te beneficie a ti y a los tuyos, no para beneficiar a los de siempre.

    
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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto. 

Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre 

en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que 

cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.


Comentarios

  1. La RAE dice de lavar: Purificar, quitar un defecto, mancha o descrédito.
    Solo cuando lo usamos referido al cerebro adquiere connotaciones negativas.
    Cómo si el cerebro no necesitara limpieza.
    A mí, por mi parte me ayuda mucho el examen de conciencia iluminado por aquel "que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados" (Ap. 1,5).

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  2. Creo que la palabra "adoctrinamiento" es más adecuada para lo que hoy padecemos, no recuerdo cómo lo llamaba George Orwell (reeducación, reforma del pensamiento....?).

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  3. Aunque el hedonismo imperante nos haga creer que nosotros no necesitamos ninguna metanoia, transformación profunda de corazón y mente a manera positiva, si no solo a mí jefe o vecino, sobre todo a mí esposa..., a los demás.

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  4. Gracias M por robarle tiempo a nuestras múltiples ocupaciones diarias (que incluyen, naturalmente, el exigente culto al móvil) y dedicarle tiempo a leer este post y, más aún, a hacer comentarios.

    Quería puntualizar que al decir "lavado de cerebro" no lo estoy empleando de manera estricta sino extendiendo su significado hasta el hecho de conseguir una percepción de la realidad que no es racional, entendiendo por racional aquella situación que busca el máximo beneficio y el mínimo perjuicio tanto individual como colectivamente (y aquí la parte colectiva tiene tanta importancia como la individual).

    Los lavados de cerebro de los que hablo en mi post buscan un bien para un grupo, que curiosamente no es el nuestro, y que ni siquiera nos benefician individualmente.

    Por otra parte, no me parece demasiado importante la palabra, ya sea adoctrinamiento como mencionas o cualquier otra. En lo que sugiero centrarse es en el concepto, que espero haya quedado claro en el post.

    Ese examen de conciencia del que hablas es una práctica excelente y que ojalá practicáramos todos. El mundo sería mejor sin duda ninguna.

    Por último, estoy de acuerdo contigo en que la sociedad actual invita a pensar que todo el mundo tiene que mejorar menos nosotros. De hecho, y de alguna forma, este post era una reflexión sobre eso, es decir, que pensáramos en "los lavados de cerebro" con los que convivimos y los modificáramos o los cambiáramos por otros más beneficiosos para nosotros y nuestra gente. Dicho de otra forma: MEJORAR.

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