Tratado de cantamañanismo

 Tratado, tratado, quizás sea un poco presuntuoso, serán unas líneas reflexionando sobre la figura de un personaje que abunda en los tiempos actuales: El cantamañanas

El tema, desde luego da para un tratado, incluso para un libro de 600 páginas, pero me

contentaré con unos párrafos para alivio del lector.


El cantamañanas es un individuo que tiene cierta habilidad en las relaciones sociales. Hay que reconocerle sus virtudes. Él (o ella porque no es un fenómeno sexista) sabe decir lo que otros quieren oír y en el momento que quieren oírlo. Pero sus virtudes acaban ahí, porque sus objetivos son puramente egoístas. Solo desea su propio beneficio.

Por ello, es incapaz de realizar cualquier trabajo útil para alguien que no sea él mismo. 

Si en algún momento alguien ajeno a él sale beneficiado es puro accidente y solo porque él obtiene un beneficio mayor. 


El cantamañanas no tiene ningún tipo de escrúpulos. Puede alimentar la vanidad de cualquiera, a sabiendas de que lo está haciendo, para conseguir sus objetivos. Sabe aprovecharse de las debilidades de los demás y puede decir la mentira más gorda sin que se le mueva una ceja. Resumiendo y para no hacer esto mucho más largo, un ser bastante deplorable y muy nocivo para su entorno y, si su entorno es amplio, para la sociedad. 


El cantamañanas solo puede florecer en los ambientes propicios: empresas grandes y prósperas, administraciones públicas, en definitiva, sociedades de la abundancia en los que una persona que hable mucho y trabaje poco no se note porque hay otros que hacen el trabajo útil que genera riqueza. Por eso el cantamañanas es un fenómeno de nuestro tiempo. No es posible imaginar un cantamañanas en una tribu troglodita donde la supervivencia siempre estaba en juego, porque a la primera tontá, sus congéneres le hubieran corrido a garrotazos.


El cantamañanismo también tiene sus profesiones predilectas. No es posible hablar de un cantamañanas bombero porque hay que hacer un trabajo visible o cantamañanas médico porque se le morirían todos los pacientes (aunque podría escurrirse hacia puestos de gestión en los que no hubiera que hacer nada) o cantamañanas albañil (puede ejercer de cantamañanas, pero fuera de su horario laboral). Tampoco suele haber cantamañanas en las pequeñas empresas. Ahí el dueño no puede permitirse el lujo de tener a alguien que hable mucho y no haga nada. 

En cambio, en las grandes empresas, donde las responsabilidades están diluidas, el cantamañanas florece por doquier y, generalmente, suelen ocupar los puestos de mayor responsabilidad.


Si hay una profesión predilecta para el cantamañanas es la de político. Esa es ideal porque su función principal es hablar y ahí se encuentran en su salsa. 

Y es precisamente aquí donde son especialmente tóxicos para la sociedad. 


Al fin y al cabo, un cantamañanas al frente de una gran empresa privada lo sufren solo sus accionistas y empleados. Basta que no haga nada para que la empresa, por pura inercia se mantenga. Tendrá que parecer que hace algo, claro, pero en eso el cantamañanas es experto. Un cambio cosmético aquí, un cambio de logotipo, un baile de sillas en la dirección, etc. 


Sin embargo, un cantamañanas al frente de un país, una región, una administración pública o un partido de la oposición es hiper mega nocivo para el conjunto de la sociedad.

Y éstos puestos los suelen ocupar políticos que, como ya hemos dicho, es la profesión preferida del cantamañanas.


Pongamos un ejemplo actual donde se verá claramente la figura del cantamañanas (hay muchos otros y si escojo este es por estar todos los días en los periódicos): la gestión de la dana en Valencia. 

El responsable decía estar en una larga comida, pero ¿qué cosas inconfesables no estaría haciendo cuando no es capaz de dar todos los detalles de la misma, entregar su teléfono para verificar las llamadas que hizo, las que recibió y las que no contestó?. Y eso un día que se anunciaba como peligroso en Valencia, así que en un día normal ni me quiero imaginar a que se dedicará, bueno si a cualquier cosa salvo trabajar para el progreso y bienestar de los valencianos.


Ese es el problema del cantamañanas, si su legislatura es apacible y no ocurre nada grave, los días van transcurriendo unos detrás de otros, los problemas existentes no se solucionan y el cantamañanas de vez en cuando genera uno nuevo al que apunta alguna solución para parecer que hace algo y así a vivir a cuerpo de rey emérito hasta las próximas elecciones. Pero si ocurre algo serio, su propia incompetencia puede tener graves consecuencias, como se ha demostrado ahora y en el pasado.


Pero analicemos el papel de la oposición porque aquí hay cera para todos. Como también está ocupada por políticos cantamañanas, en vez de presionar para encontrar soluciones para TODOS y cada uno de los afectados se centran en la comida del presidente. Si les preocuparan los ciudadanos (en vez de solo sus votos) dejarían ese tema a los jueces y que ellos diriman si hubo negligencia o dejación de funciones. 


¿No deberían estar TODOS, gobierno y oposición, centrados en la búsqueda de soluciones, financiación, recursos, etc para que la recuperación de esa zona y todos sus habitantes fuera lo más rápida, humana y solidaria posible? 

Me lo estoy ya imaginando: 400 papeles imposibles de conseguir para recibir una ayuda que, de materializarse, lo hará en diez años. 

Seguramente todavía están esperando su ayuda los afectados del volcán de la Palma a pesar de las múltiples visitas del presidente en su Falcon. Políticos cantamañanas los hay por todos lados y en todos los partidos y estamentos del estado. 


Si tuviéramos que cruzar el desierto, elegiríamos como líder a alguien que supiera mucho de desiertos, ¿no? No nos arriesgaríamos a elegir un cantamañanas que hablara muy bien, que fuera muy guapo y que se le diera bien criticar a los oponentes, porque con la guapura y las buenas palabras no se cruza el desierto.

Pues instalémonos en el cerebro un detector de cantamañanas (lo mismo hay ya una app en el PlayStore para eso) y tratemos de alejarles de la política porque es posible que haya que cruzar un desierto, luchar contra grandes inundaciones, incendios y sequías o enfrentarnos en una guerra y entonces no necesitaremos simpatía o guapura, necesitaremos gente preocupada por el bien común, honesta y competente.


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