¿Dios existe? III - El ajuste fino del universo
El libro DIOS - LA CIENCIA - LAS PRUEBAS dedica un capítulo al ajuste fino del universo, otro de los argumentos que parecen apuntar a la existencia de un Creador.
Este ajuste fino viene a decir que todo parece ajustado en el universo para que conduzca a la aparición de vida.
Las condiciones para que aparezca vida (al menos la vida que conocemos) son muy estrictas y parece complicado que por azar esas condiciones se hubieran dado.
Hay dos ajustes finos que sorprenden a cosmólogos tanto ateos como creyentes: El primero es el ajuste fino de los parámetros físicos del universo que permiten que existan las galaxias, estrellas, planetas y los átomos como el carbono (base de la vida que conocemos). Y el segundo es el ajuste fino dentro de la Tierra para que se den las condiciones para la vida.
Este último es “relativamente” fácil de justificar por el azar. Podría haber miles de millones de planetas y en alguno, por azar, podría haberse producido esas difíciles condiciones. Y claro, nos ha tocado.
El primero es más difícil porque que sepamos solo existe un universo. Y ese universo tiene unas características tales que ha fabricado las piezas necesarias para la vida.
Los físicos y cosmólogos se sorprenden, a medida que aumenta su conocimiento del cosmos, de la exactitud y precisión con la que están “diseñadas” las leyes. Cuando llegan a elaborar sus fórmulas, aparecen constantes (es decir números fijos) que nadie sabe por qué están ahí, qué significan y por qué tienen esos valores en concreto.
Cualquier variación en una de esas constantes, incluso en el décimo decimal y el universo se va al garete.
El ejemplo típico es la constante de gravitación universal. Según la fórmula que ya dedujo Newton, la fuerza con la que se atraen dos masas cualesquiera es proporcional al producto de sus masas (es decir cuanto más gordas son las masas, más se atraen) e inversamente proporcional al cuadrado de su distancia (cuanto más alejadas están las masas, menos se atraen), pero hay que meter una constante para ajustarlo. La fórmula queda F=G m x m’/d2.
La constante G es 6,674 x 10 e-11. Nadie sabe por qué vale ese número y no otro, pero lo que sí sabemos es que una variación hacia arriba en esa constante aumentaría la fuerza de gravedad y haría de todo el universo un mazacote. Si la variación es hacia abajo, nunca se hubieran formado las estrellas porque no habría fuerza suficiente para que las masas se unieran.
Dicho de otra manera, G tiene el valor exacto para que el universo sea el que vemos.
Los físicos han detectado al menos treinta constantes en el universo de este estilo, que son críticas y que tienen el valor exacto para que hoy estemos aquí.
Otros ejemplos son la proporción entre las distintas fuerzas del universo (gravedad, electromagnética, interacción fuerte y la interacción débil). Si una fuera más fuerte o débil de lo que es respecto a otra, nada funcionaría.
También la velocidad inicial de expansión del universo tras el big bang. Una velocidad ligeramente superior y las estrellas nunca se hubieran formado. Una velocidad ligeramente inferior y el universo habría colapsado sobre sí mismo.
Los físicos dicen que la probabilidad de que ese ajuste fino ocurriera por azar seria de 1 entre 10000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000 (no los he contado pero debería haber 60 ceros).
Para que nos hagamos a una idea, de lo que es esa probabilidad, alguien (Fred Hoyle, cosmólogo) la comparó con la probabilidad de que un huracán azotara un depósito de chatarra y ensamblara un boeing 747.
Pues eso y más ha ocurrido en nuestro universo. A partir del montón de chatarra formado tras el big bang, y esperando 14.000 millones de años, ha aparecido de esa chatarra no solo un boeing 747, sino la catedral de Burgos, un perro pekinés y hasta seres supuestamente inteligentes (yo ya tengo serias dudas sobre eso, aunque tengo esperanzas de que las máquinas se hagan inteligentes de verdad).
Bien, pues hay gente que cree que eso ha ocurrido por azar y dicen que no son creyentes.
Habría una forma de hacer que el azar trabaje para nosotros y es repitiendo el experimento muchas veces. Si repetimos el experimento 10 e 60 veces (1 seguido de 60 ceros) existe la posibilidad (no la certeza) de que un universo sea como el nuestro.
De ahí que se hayan formulado las terorías de los multiversos o universos paralelos aunque parece ser que las ecuaciones matemáticas que lo sustentarían no convencen a casi nadie excepto a los escritores de ciencia ficción.
Aún así, en las teorías de los multiversos no es posible evitar un origen, es decir, una creación, es decir, un Creador.
Así que mi querido lector, tienes que elegir entre creer en Dios o creer en que un Boeing 747 (con sus pantallitas y su software y hardware funcionando) puede ensamblarse por azar tras un huracán lo suficientemente potente y duradero.
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