Los errores de la ciencia


Ya hemos dedicado algún post anterior sobre la aproximación de parte de la ciencia actual dedicada a eliminar la posibilidad de trascendencia del hombre, lo titulé La vanidad de la ciencia

Como en aquel entonces, este post lo motiva otro titular en un periódico generalista que habla sobre un discípulo de Hawking que había dicho que “El origen del universo puede explicarse solamente con la ciencia, sin necesidad de ningún Dios”


Lo leí por curiosidad, no es que el artículo desarrollara eso exactamente pero supongo que entresacaron la frase más llamativa porque un titular así llama más la atención. 


He tomado algunas frases que me han parecido sintomáticas de los errores de la ciencia 

Las primeras:

Fíjese lo que llegó a decir [refiriéndose a Lemaitre]: «Es posible que al descubrir el Big Bang hayamos encontrado algo que no tiene causa». El origen del universo puede explicarse solamente con la ciencia, sin necesidad de ningún Dios.


A mi se me ocurre decir, si tú no encuentras la causa de esa ciencia que, según tú, explica el origen del universo o no quieres decir que esa causa es Dios (definido siempre como causa última o primera) no quiere decir que no la tenga. 

Podrías decir igualmente: Si fuera cierto que el big bang es algo repetitivo sin principio ni fin, algo eterno y por tanto, aparentemente no creado, podrías suponer que un Dios todopoderoso lo creó dentro de una eternidad de nivel superior. Todos los infinitos son infinitos, pero ¿acaso el infinito de x al cuadrado no es superior al infinito de x?

Aún así estamos suponiendo mucho, porque dudo que la ciencia pueda demostrar eso de que el big bang es algo repetitivo ad eternum.

Podría repetirse siete veces y parar, por ejemplo, eligiendo un número cabalistico… ¿como podríamos saberlo?


Sabemos que G es la constante de gravitación universal y que vale G = 6.672 x 10-11Nm2/kg2. Si ese número fuera más alto, no existiríamos porque el universo sería un mazacote y si fuera más bajo, no existiríamos porque las gravedad no sería lo suficientemente fuerte para que se hubieran formado las estrellas, luego la pregunta es ¿existimos porque G es la que es, o G es la que es para que podamos existir? 

No creo que un científico pueda responder a esa pregunta.


Comparándolo con la aproximación judeocristiana de la creación del mundo, ni siquiera el Génesis estaría en contradicción con esa perspectiva de un big bang ad eternum (suponiendo que fuera verdad), pues el Génesis estaría contando un concepto complejo (tanto que la mente humana no puede abarcar) de una forma que fuera inteligible para las distintas generaciones y culturas que en el mundo y en la historia han sido, son y serán.


Luego, el artículo hace otro comentario que resulta más dogmático que científico:

¿Cómo evoluciona el cosmos?», se pregunta Hertog. «Veamos. Por supuesto, no hay objetivo final. Como en la selección natural de Darwin, se trata de un juego entre el azar y la necesidad. La parte del azar la entendemos…

Dice este hombre que por supuesto no hay objetivo final en la evolución del cosmos, como si fuera tan evidente que solo un tonto no pudiera verlo. Pero no sabemos en qué se basa para sustentar su afirmación con esa rotundidad. Parece apelar a un dogma no escrito y a una fe ciega en ese dogma.


Por contra, puse como ejemplo en mi anterior post a Blaise Pascal, uno de los científicos más grandes de la historia y que mantuvo su fe cristiana demostrando que no son incompatibles. 

 

Es más, tres mil años antes, los griegos separaron la física de la metafísica (más allá de la física). Usando solo su intelecto, llegaron a la conclusión de que había una realidad mucho más allá de los sentidos (física) y que como tal, no podía percibirse (metafísica).

Ciencia y fe (cualquiera que sea la fe) no son incompatibles porque están en planos distintos. No tienen (o no deberían) tener un punto en común, salvo el que forman parte de la realidad (ya sea creada o no).


A mi juicio, fue un error que la Iglesia se metiera en asuntos de ciencia (el famoso Eppur si muove de Galileo, por ejemplo), pero igual de erróneo es que la ciencia se quiera meter en el terreno de la fe y lo hace últimamente con demasiada alegría.


Pero  ¿por qué entonces esa obsesión que tienen algunos científicos con demostrar que Dios no existe aunque sea con el peregrino argumento de que no es necesario porque las cosas funcionan solas y obviando la pregunta consecuente de quién las puso a funcionar siguiendo esas leyes en concreto y no otras?


Creo que todos estaremos de acuerdo en que la religión siempre ha sido un instrumento puesto al servicio del poder. No malinterpretamos esta afirmación, no es que la religión sea mala, lo que suele ser malo es el poder y usa todas las herramientas de las que dispone para conservarlo e incrementarlo. La religión es una de las principales. La tergiversan y manipulan para adecuarse a sus fines. Desde ese punto de vista, la religión se transforma en víctima y algunos de los religiosos en cómplices. 


Antaño, las monarquías absolutistas se aprovechaban de las ideas cristianas de aceptación de la voluntad de Dios y la esperanza de sus súbditos, que llevaban una existencia miserable, en una vida futura mucho más placentera para mantenerles sometidos y a su servicio.


Actualmente, las multinacionales, verdaderas ostentadoras del poder en nuestra cultura, se aprovechan de la religión atea y sus creencias en la inexistencia de lo trascendente (lo metafísico) y de que sólo lo que se ve es lo que existe. 

Consecuencia de estas creencias que se fomentan, se derivan otras como la necesidad del disfrute continuo, consumir a todas horas nuevos productos y experiencias porque hay que aprovechar cada segundo de esta vida que tan pronto se acaba, aunque todo ello conduzca a un vacío existencial que termine llenándose con drogas y medicamentos (que viene a ser lo mismo), amén de más productos y experiencias alimentando un ciclo consumista (y contaminante) sin fin.


Así pues, la religión atea les viene de perlas a las multinacionales porque apoya el consumismo, igual que el cristianismo vino bien en su momento para apoyar el absolutismo monárquico.


De la misma forma, que hubo sacerdotes que se plegaron al poder monárquico, hay científicos que se meten a sacerdotes de la religión atea y todas sus derivadas y que, con agradecimiento, son convenientemente apoyados por el sistema.


Ese apoyo se percibe en los medios generalistas en los que es fácil encontrar artículos de científicos que argumentan la no existencia de Dios, mientras que no lo es tanto encontrar artículos de científicos que defienden su existencia. Sin embargo, haberlos haylos. Pongo como ejemplo unos científicos franceses que han publicado un libro titulado Dios, la ciencia, las pruebas, pero que quizá no tenga tanto eco.

Preguntémonos cuál es la razón de este sesgo de la cultura occidental.

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